En Saribel, las miniaturas no son solo objetos decorativos; son fragmentos de historia, sueños cristalizados y escenarios que capturan la esencia de un tiempo, un lugar o un sentimiento. Desde 1965, esta pasión comenzó con una simple tarea escolar y se transformó en una colección que ha crecido con el paso de los años, impulsada por la creatividad, el amor por el detalle y el deseo de compartir esta maravillosa afición con el mundo.
La fundadora, Sara Isabel Ayala, ha dedicado su vida a preservar y difundir el arte del miniaturismo en México. Desde sus inicios en el Mercado de Sonora hasta la creación de escenarios llenos de vida y significado, cada pieza en Saribel es una invitación a explorar mundos en escala 1:12, 1:24 y 1:48, donde cada mueble, personaje y accesorio cuentan una historia única.
En Saribel, creemos que coleccionar miniaturas es más que un pasatiempo: es una forma de preservar recuerdos, recrear momentos y despertar la imaginación. Desde dioramas llenos de nostalgia hasta casas de muñecas que evocan tiempos pasados, cada objeto ha sido elegido o creado con esmero, reflejando la dedicación y el amor por el arte en miniatura.
A lo largo de los años, la colección ha formado parte de exposiciones, colaboraciones y de la Asociación Mexicana de Miniaturas, A.C., donde la pasión por este arte ha sido compartida con otros entusiastas. Hoy, Saribel es un espacio para quienes, como nosotros, encuentran en lo pequeño un universo de posibilidades.
Bienvenido a Saribel, donde cada miniatura tiene una historia que contar y donde tú puedes comenzar la tuya.
Sarita Rodiles descubrió su pasión por las miniaturas en 1965, cuando su hija recibió como tarea escolar la creación de un pequeño tianguis de pueblo. Al no encontrar piezas adecuadas, buscó en el Mercado de Sonora del entonces Distrito Federal y fabricó otras con plastilina y materiales sencillos. Fue en ese momento cuando nació su fascinación por las miniaturas: la posibilidad de construir un mundo donde cada detalle cobra vida.
Ese mismo año, motivada por su profunda devoción, comenzó a trabajar en una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe, reflejando su fe y el arraigo cultural que compartía con muchos mexicanos. Lo que inició como un pequeño proyecto pronto se transformó en una pasión que la acompañaría toda la vida.
A lo largo de los años, Sarita perfeccionó su técnica, explorando la proporción, la armonía y los detalles esenciales en cada pieza. En sus dioramas plasmó su amor por la música, el movimiento y la convivencia, convirtiéndolos en pequeños escenarios llenos de significado. Cada miniatura de su colección representa un recuerdo: momentos compartidos con su esposo, su hija, familiares y amigos, así como piezas adquiridas en viajes o recibidas como obsequios.
En 1984, se unió a la Asociación Mexicana de Miniaturas, A.C., donde compartió ideas y conocimientos con otros apasionados del miniaturismo. Su talento y dedicación la llevaron a ser invitada en 1995 a la exposición Échate un Tropo a la Uña, organizada por el Museo de Culturas Populares en Coyoacán, un reconocimiento a su trayectoria en el mundo de las miniaturas.
A lo largo de su carrera, su colección ha sido enriquecida con la iluminación experta del Prof. Pedro Geraldo Vianna Da Silva, quien supo dar brillo a cada escena con su talento. Para Sarita, las miniaturas no son solo objetos decorativos, sino una forma de preservar recuerdos y emociones en cada diminuto detalle.
Hoy, su legado sigue vivo en cada pieza de su colección, una muestra de gratitud, amor y dedicación. Su trabajo no solo ha sido una expresión artística, sino también un testimonio de su pasión por construir pequeños universos llenos de historia y significado.